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Desde que somos pequeños, siempre nos ha dado tranquilidad el hecho de saber que, ante cualquier emergencia o imprevisto, hemos podido contar con el apoyo o respaldo de alguna persona o institución que nos auxilia.
Esa tranquilidad está asociada con el sentido de previsión que nuestros padres muy probablemente nos inculcaron, ya que a lo largo de nuestra vida hay situaciones que escapan de nuestro control y trastornan nuestra salud o afectan nuestras posesiones.
Cuando nos hacemos a la idea de que cualquier imprevisto puede afectar nuestra vida personal, familiar, profesional, etc.; comenzamos a desarrollar el hábito de la previsión y prevención, ya sea de una enfermedad, un accidente, una pérdida de empleo, un robo o extravío.
La mejor manera de hacerlo es contratando los seguros que ofrecen las compañías especializadas para ello, ya sea adquiriendo un seguro de vida, de accidentes, de gastos médicos; o tal vez para nuestra casa adquiriendo un seguro contra incendios, robos o desastres naturales; y que tal para nuestro coche contra choques, daños a terceros, robos, etc.
Adquirir esta buena costumbre no es difícil, sólo es cuestión de hacernos a la idea que tenemos que destinar una pequeña parte de nuestros ingresos para pagar dichos seguros que, la verdad, todos esperamos nunca utilizar, pero no es ocioso tenerlos listos en el momento que se puedan necesitar… uno nunca sabe.