La inflación se refiere al aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía durante un período de tiempo prolongado. Este fenómeno implica una disminución en el valor real del dinero, lo que significa que, con el tiempo, cada unidad de moneda compra menos bienes y servicios.

La inflación se mide, generalmente, mediante índices de precios que rastrean los cambios en los precios de un conjunto representativo de bienes y servicios a lo largo del tiempo. En México se mide con base en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que se construye ponderando los precios  según su importancia relativa en el gasto total de los consumidores.

Para calcular la inflación, se toman en cuenta los precios de una canasta de bienes y servicios representativos que son consumidos habitualmente por una población determinada. Estos precios incluyen artículos como alimentos, vivienda, transporte, atención médica y otros productos y servicios esenciales que reflejan los patrones de gasto de la población.

Cuando se introduce una gran cantidad de dinero en circulación sin un aumento correspondiente en la producción de bienes y servicios, existe un riesgo de que la demanda agregada supere la oferta, lo que presiona al alza los precios. Este fenómeno se conoce como inflación monetaria y puede erosionar el poder adquisitivo de la moneda.

Cuando los precios aumentan constantemente, cada unidad de moneda compra menos bienes y servicios, lo que significa que las personas necesitan gastar más dinero para mantener su nivel de vida actual.

En Economía, la elasticidad precio de la demanda es una medida que evalúa la sensibilidad de la cantidad demandada de un bien o servicio ante cambios en su precio. Esta medida ayuda a determinar cómo los consumidores reaccionan ante variaciones de precios.

En Economía, los índices de precios son herramientas esenciales  que permiten medir y rastrear los cambios en los precios de una canasta específica de bienes y servicios a lo largo del tiempo.